Al comenzar un nuevo año, con un cambio presidencial y una continua división política, como cristianos queremos seguir siendo conscientes del acoso y la retórica violenta que con demasiada frecuencia se dirige a nuestras comunidades minoritarias. Y, como seguidores de Jesús, queremos solidarizarnos con ellas.
En una nota personal, quiero extender mi solidaridad a mis comunidades Latinas. Entiendo el miedo y la incertidumbre que muchos de ustedes están experimentando en este momento. Llegué a este país en la década de 1980 y, como muchos de ustedes, no hablaba inglés, sufrí un choque
cultural y viví con el temor de saber que cualquier miembro de mi familia podría ser deportado en cualquier momento. En aquel entonces, no teníamos las instituciones pro-inmigrantes, abogados ni protecciones disponibles hoy en día. En cambio, nos reuníamos entre vecinos y creábamos planes de acción en caso de que alguno de nuestros seres queridos fuera detenido.
Buscábamos vivir de la manera más normal posible, obedeciendo la ley, pero tratando de no llamar la atención ni convertirnos en un objetivo.
En este momento actual, esto es lo que me gustaría compartir con mis comunidades Anglo. Muchos de ustedes están enfrentando esta realidad por primera vez. Si quieren ayudar a las comunidades Latinas a enfrentar estos desafíos, aquí tienen lo que pueden hacer:
· Oren por nuestras comunidades.
· Provean espacios seguros para las familias.
· Ayúdenles a crear planes de seguridad.
· Aboguen por su bienestar y estén presentes en sus vidas.
· Si pueden ofrecer consejería gratuita, por favor háganlo. Ser inmigrante es difícil; ser blanco de quienes están en el poder es agotador.
· Háganse disponibles como personas seguras en las que puedan confiar. Construir confianza lleva tiempo, pero su apoyo puede hacer la diferencia.
· Estén atentos a señales de depresión, que es común en las comunidades inmigrantes, especialmente entre madres solteras, quienes son particularmente vulnerables en estos tiempos de persecución.
Somos hermanos y hermanas en Cristo, quienes compartimos una identidad como hijos e hijas amados de Dios, en una sola familia de Dios. Que sigamos cuidándonos unos a otros en el nombre de Jesús y trabajemos juntos para crear una sociedad más justa y pacífica.